domingo, 14 de agosto de 2022

Sofia Freud


Como ya he dicho en otros post, Susana tenía una veneración absoluta hacia la figura de Sigmund Freud y el psicoanálisis. En su cumpleaños 60, 61 y 62 le ofrecí pasarlos en su Viena natal, visitando su casa museo y en Londres, donde pasó sus últimos meses de vida.

Lo que nunca me imaginé es que yo llegaría a tener con el fundador del psicoanálisis más de un insólito punto en común.

Freud tenía tres  hijos  y tres hijas, pero posiblemente la que era la niña de sus ojos, era Sophie, posiblemente más que Anna, la hija que siempre se desvivió por su padre, a quien acompañó a su exilio a Londres,  a quien cuidó hasta su muerte. Sophie, nacida el 12 de abril -como yo- de 1893, era la más abierta y hermosa de sus hermanas y quizá la que tuvo una relación emocional con su padre más equilibrada.

En 1912 se casó con Max Halberstadt, un fotógrafo judío de Hamburgo con el que tuvo dos hijos, Ernst y Heinz

En 1920, embarazada de su tercer hijo, Sophie sufre una inesperada infección a causa de la gripe española, la pandemia que asolaba el continente y acabó muriendo de manera repentina

Max, su esposo quedó devastado, hasta el punto que abandonó el continente marchándose a Sudáfrica, donde murió en 1940

Cuando Sigmund Freud supo de la enfermedad de su hija quiso hacer todo lo que estuviera en su mano para estar con ella en sus últimos momentos. El desastroso estado de las conexiones ferroviarias de la época hizo imposible su deseo de reunirse con Sophie y súbitamente le comunicaron que ella ya había fallecido y que incluso sus honras fúnebres ya se habían realizado, sin él.

Escribió:

"Aunque estuvimos preocupados durante un par de días, manteníamos la esperanza, pero juzgar desde la distancia es muy difícil. Y esta distancia debía seguir siendo distancia, no pudimos partir inmediatamente, como habíamos previsto después de las primeras noticias alarmantes, porque no había ningún tren, ni siquiera para una situación de emergencia. La evidente brutalidad de nuestros tiempos pesa sobre nosotros. Mañana la cremarán"

En plenos esfuerzos para lograr reunirse con su hija agonizante, un lacónico telegrama le reveló que ese esfuerzo ya era inútil

Freud escribió ese día

Esta tarde nos dieron la noticia de que la neumonía por el virus de la influenza nos arrebató a nuestra dulce Sophie en Hamburgo. Nos la arrebató a pesar de que tenía una salud radiante y una vida plena y activa como buena madre y amante esposa, todo en cuestión de cuatro o cinco días, como si nunca hubiera existido”.


De hecho, fue exactamente lo mismo que me ocurrió a mi, cuando el 29 de agosto de 2019, intenté trasladarme a Bogotá para estar con mi esposa en sus últimos días de vida, y su familia, por un odio confesado y finalmente por fin  reconocido ese día, me advirtió que habían maquinado una denuncia para encarcelarme, y que si fallaba "tenían guardias armados con órdenes de pararme como fuese" e impedirlo, pagados por mi hijastra, Maria Carolina Durán , un gesto de una maldad tan ruin como mezquina, para mi más que imperdonable

Sobre esto Freud escribió

La imposibilidad de despedirse genera una gran angustia que a largo plazo puede terminar generando sentimientos de culpa . Empezamos a buscar nuestra responsabilidad por lo ocurrido en un intento de dar sentido a una muerte repentina que nos cuesta encajar y entender mientras el mundo a nuestro alrededor nos resulta cada vez más confuso, caótico y ajeno.

Sigmund Freud,ante ese golpe inesperado para él, tuvo que reformular completamente todas sus teorías sobre el duelo, la importancia del ritual funerario y de poder estar con la persona amada en el doloroso tránsito final de su vida terrena
 

Escribió

"El ritual funerario cumple funciones psicológicas muy importantes. Nos ayuda a tomar conciencia de nuestra pérdida para comenzar a elaborar el luto. También nos permite recibir el cariño y apoyo de otras personas para confirmarnos que, aunque hemos perdido a alguien, todavía tenemos a otros a nuestro lado. Y por último, suple esa necesidad tan profunda de saber que el cuerpo de la persona que queremos ha sido tratado y despedido con dignidad. Cuando nos arrebatan tanto a la persona como al ritual de despedida experimentamos una pérdida doble. Un dolor doble. Y una rabia doble."


Doy fe que esta rabia doble es así. A mí me ocurrió exactamene lo mismo. Arrebatada por la maldad de dos hijos perversos a quienes la muerte de Susana les era útil, en un caso para ocultar un fraude económico cometido a su costa, en el caso de él,  y en el de la "Secretaria" Durán, para que la vida de una madre de la que se había desentendido durante toda su enfermedad no le supusiera un daño que entorpeciese su  indigna carrera política  y entorpeciese su ilimitada codicia . Y porque no decirlo, de una familia profundamente hipócrita que realmente no sentía afecto ni siquiera compasión por ella ni durante ni antes de su enfermedad. Esta situación,  con toda seguridad me causó una sensación de pérdida doble, dolor doble y rabia doble.

Freud se refugió en el trabajo para aliviar su tristeza. Reformuló varias veces sus teorías sobre el duelo, hasta que finalmente escribió a su colega Ludwig Binswanger el 12 de abril de 1929 casi diez años después de la tragedia


"Trabajo todo lo que puedo, y estoy agradecido por lo que tengo. Pero la pérdida parece ser una lesión grave. Lo que se conoce como duelo probablemente durará mucho tiempo”.

 “Sabemos que el dolor agudo que sentimos después de una pérdida seguirá su curso, pero también permanecerá inconsolable y nunca encontraremos un sustituto. No importa lo que suceda, no importa lo que hagamos, el dolor siempre está ahí. Y así es como debería ser. Es la única forma de perpetuar un amor que no queremos abandonar».

A partir de aquí el duelo pasó de la rabia a recuperar en  una  sutil melancolía los momentos felices pasados. Posiblemente Sofía dejó de estar tan presente en la vida de Freud como lo estuvo durante toda la década de los 20, pero nunca desapareció del todo. Su padre llevó un medallón con su imagen siempre colgado del cuello, junto al corazón, y en no pocas ocasiones lo veían sumido en sus pensamientos contemplando el medallón y lo que llevaba en su interior, la foto de su hija Sofía

Freud superó a suras penas aquel golpe, pero al año siguiente, pese a la llegada de varios nietos a la familia, un nuevo dolor le resultó prácticamente insuperable. Su sobrina Cecilia, hija se su hermana favorita, Rosa, cuyo único hijo había muerto en la guerra, fallece tras una sobredosis de veronal.

Poco después,  a Freud le diagnostican por vez primera cáncer. Como si su organismo hubiese decidido que los golpes del duelo, primero por su hija y después por su sobrina  le hubiesen arrebatado sus ganas de seguir. El cáncer, pero también la tristeza y el regreso de su carácter huraño, dulcificado por su hija Sophie,ya nunca le abandonaron hasta su exilio en Londres en 1938 y su muerte al año siguiente.

Personalmente no puedo evitar plantearme si los cuatro golpes de salud que he sufrido estos últimos dos meses, con tres ingresos hospitalarios, algo insólito para mí en época anterior al duelo, tengan la misma explicación.

Quien sabe




Casa Museo Freud en Londres
Consultorio Freud (Viena)

Sala de espera del consultorio de Freud en Viena
Casa de Freud (Viena)
DIván de Anna Freud (Londres).
En la misma casa está el original diván de Freud de Viena


No hay comentarios:

Publicar un comentario