martes, 26 de noviembre de 2019

Londres Agosto 17


Entre el 11 y 13 de agosto fuimos a Londres. La idea era pasar el cumpleaños en la casa de Freud en la casa a la que se desplazó en 1938, cuando ya gravemente enfermo de cáncer logró escapar de la ocupación nazi de Austria junto a varios miembros de su familia,en el 20 de Marisfield Gardens

El viaje fue tempestuoso desde el primer momento.

Por mi parte, yo estaba cada día más preocupado por el estado de salud de mi madre, que era seriamente preocupante en ese momento. De hecho, yo ni siquiera sabía exactamente cual era ese estado, porque lo ocultó a casi todo el mundo, excepto a una amiga suya a quien le reconoció que sufría una seria infección de orina.

Susana por su parte estaba sumamente alterada por los vaivenes a los que le sometía su hijo, aparentemente  dándole a entender que iría a Barcelona a finales de verano para quedarse,... para después darle largas y negándolo. Estos vaivenes la alteraron profundamente ya que ella ya tenía de alguna manera la idea hecha de que su vida tocaba a su fin y deseaba que su hijo estuviese con ella. Cuando entendió que ese retorno era una ficción se desmoronó anímicamente.

Además, ya a principios de agosto,  tras dedicar una importante cantidad de dinero a financiar a sus hijos (en parte con mi dinero), que no les hacían ascos a recibir dinero de su madre, cuando de acuerdo con la ley y el sentido común debería haber sido al revés y ellos ayudar a su madre enferma, se encontró con que el dinero de la venta del apartamento se había acabado. A mí me aseguró que parte del viaje lo quería pagar ella, ya que yo le reconocí que ya no me era posible seguir financiándola a todo tren, pero acabó reconociendo que ya no tenía con qué, ni siquiera para pagar durante el viaje, taxis, metros o comidas. Yo, naturalmente acepté pagarlo todo -sus hijos persistían en la indiferencia completa hacia su madre- pero, con una angustia creciente por mi situación económica. En ningún momento me planteé suspender el viaje por este motivo.

Al mismo tiempo, empezaron a llegar indicios de que los caseros, animados por la oposición que veían en Susana-empujada por su hijo y su nuera- a toda sugerencia de renegociar las condiciones del contrato de alquiler estaban cada vez más decididos a echarla a la calle

Susana además, algo que nunca supo es que, quizá a causa de la preocupación creciente que yo tenía, hice una reserva en un hotel de la cadena Holiday Inn confundiéndolo con el hotel que se encontraba justo detrás de la casa de Freud en Marisfield Gardens con otro de la misma cadena que se encontraba al otro extremo de la ciudad, el Holiday Inn Express London City en lugar del Holiday Inn  Express Swiss Cottage. Esas reservas no son reembolsables por lo que el coste de esa doble reserva lo tuve que pagar de mi bolsillo sin comentárselo a nadie. El sobre coste pasó de los 380 euros

No estaba  por tanto en el mejor ánimo para afrontar ningún viaje, pero hice ver que no era así

Por ello probablemente una de las atracciones que reservé, el del London Eye, lo hice sin llevarme el voucher pertinente lo que complicó ese día enormemente la subida al mismo

Por todo ello guardo un recuerdo algo agridulce de esos días

Susana además, estoy convencido que no se sentía físicamente al cien por cien. Su fatiga era  notable y pese a que hacía todos los esfuerzos para que no se notase, era una evidencia palpable. Pero para mi ya eso me superaba ante todo lo antes expuesto junto

Sé que ese viaje lo debía haber gestionado mejor, como toda esa situación en ese momento pero no pude hacer más de lo que hice. La oposición pura y dura de toda su familia, que estoy convencido que seguía deseando ver muerta a Susana me empujaba a sentirme como si estuviese gestionando una doble situación de cuidados: A una madre que no me dejaba cuidarla, para "no preocuparme" como decia a amigas suyas, y a una Susana con crecientes problemas en todos los sentidos, de cuidados, de dinero y de una familia profundamente hostil. Y yo cada vez me empecé a sentir más cerca de un completo cortocircuito


 11 de agosto:


















llegamos a la estación de Paddington. Creo que fue un completo error no haber hecho como en Roma y traerla en silla de ruedas








Nuestro primer taxi londinense. Pero wow. Que precios!



El metro de la linea gris. También horriblemente caro, y con la estación sin ascensores

Este fue el lugar donde celebramos el cumpleaños. Lo encontré, caro, deprimente y destartalado, pero todo el barrio era así


Otra muestra de lo que pasaba:
Susana quiso dedicar la primera tarde a visitar el instituto de psicoanálisis el Tavistock Institute.
Tenía la confusa idea de que así empujaría a su hijo a ganarse la vida como psicólogo en lugar de ... bueno, hacer lo que hacía.

Acumulamos una gran cantidad de documentación, escogida minuciosamente por Susana que por lo que yo sé, su hijo acabó tirando a la basura







12 agosto

Encontré este video entre los muchos que guardo de Susana. Me emociona la emoción que sintió ese día en la casa de Freud, pero también, como ella percibíó la profunda tristeza que debió sentir Freud cuando llegó a aquella casa, tan hermosa y acogedora, sabiendo que le quedaban pocos meses de vida y que jamás volvería a su ciudad natal, la Viena que tanto amaba. ¿Había ya en ella alguna sensación de compartir esa misa tristeza? Ella tenía la vaga sensación de que no saldría adelante y que no regresaría a su ciudad natal? La tristeza de ese Freud crepuscular era también la suya?
Utilizando sus mismas palabras, en este blog, está por encima de todo la tristeza por la pérdida de su vida, su duelo por la pérdida de sus facultades que se intuía irremediable?


Nada más salir del museo de Freud nos dimos cuenta que había olvidado su asiento portátil en él. La entristeció sobremanera, como si eso fuese un mal presagio. No fui capaz de darme cuenta y eso me preocupó. Me empecé a sentir superado.


La Casa de Marysfield Gardens 20, es muy hermosa. Como si el tiempo se hubiese detenido, pese a que cien metros al sur se encuentra un barrio bastante más destartalado de Londres













El vecino de enfrente de Freud era la familia de Lord Asquith,
premier en los años 20



De alguna manera este era el mundo al que Susana pertenecía. Y me duele profundamente no haber podido proporcionárselo. Entre el cáncer, la dependencia emocional de su familia que tanto la condicionaba lo hacía imposible.



Se emocionó hasta las lágrimas por poder tumbarse en el verdadero y genuino diván de Freud... pese a que estaba terminantemente prohibido, lógicamente. Pero supongo que vieron su emoción genuina y no se atrevieron a decirle nada


El despacho de Anna Freud y su máquina de escribir-
 Está todo como si hubiese salido un momento

El crepuscular salón-despacho de Freud, en la planta baja de Marysfield Gardens



A la salida quiso que nos recogiésemos un rato en oración en una iglesia cercana




Me apenó la pobreza de la comida de su cumpleaños, pero no dábamos para más


La vista desde la habitación


Andando por toda la ciudad aquella tarde. Acabó rendida, como ocurrió en Roma, pero aquí yo veía un fondo de tristeza que me inquietó sobremanera.


Los dos dias siguientes fueron agotadores. Ni yo me encontraba muy bien ni Susana tampoco, pero la sensación de querer aprovechar al máximo el tiempo podía.más.Sin rumbo más o menos fijo fuimos hacia el London Eye, para tomar un barco por el Támesis, comimos apresuradamente, hicimos la cola ´larguísima´para subir a la noria londinense; el voucher de confirmación estaba equivocado, por lo que fue necesario llamar a la empresa e imprimir -y pagar- otra vez el viaje y acabar subiendo a la noria tras una asfixiante cola dominical.

Por la tarde, también falló una visita a Buckingham, que me entristeció profundamente por lo que tuvimos que quedarnos literalmente en la puerta. Aparentemente muchas cosas fallaron una detrás de otra, y todas con un coste económico importante.

Sus hijos, como era de esperar actuaron para mí como era previsible.  Creo recordar que hasta bien entrada la tarde del día de su cumpleaños, ni una ni otro la felicitó. La hija no recuerdo que lo llegase a hacer, y con el hijo tuvieron una larga conversación, entre otras cosas siguiendo aún el tema de si se iba o no se iba de Colombia, pero en primera instancia tampoco recordó felicitarla, pese a que a sus amigas que si lo hicieron, y Susana, notoriamente triste, les contó la mentira piadosa que lo habían hecho. En fin...

El viaje por el Támesis fue muy hermoso, aún reconociendo que, sobre todo yo, no me sentía muy bien. Además, la preocupación por el estado de mi madre iba en aumento durante el día, ya que aparentemente tampoco se encontraba demasiado bien. 

La experiencia del London Eye fue más que agotadora con dos colas sucesivas asifixiantes y que al menos a mí me quitaron totalmente las ganas de subir. No a Susana, que cuando se le metía algo en la cabeza era imposible contradecirla.

Cuando llegamos a Harrods,  Susana casi entró en éxtasis. Tengo que reconocer que cuando yo vi los precios de los almacenes, sinceramente me marée. Pero para no poder decir que no habíamos comprado nada en ellos, acabé comprando una banana que compartimos como postre de la comida que tomamos justo enfrente.

Durante la comida, yo asumí ya que necesitaría como algo inevitable asumir el gasto de cuidadoras para mi madre como mínimo para estar tranquilo. Susana me sorprendió comentándome una idea, que aparentemente procedía de su hijo, y que consistía en que yo colocase a mi madre en una residencia y vendiese el piso (de su propiedad) para que , según me dijo Susana, nosotros dos y -se le escapó, Juan Pablo- pudiésemos vivir de esa renta. Todo ello contribuyó a emborronar notablemente el final del viaje. Y a dejarme como mínimo en un estado de preocupación que hizo que el viaje no lo disfrutase en absoluto.. Lamento que  fuese así, y que todo me superase, sobre todo por Susana



Llegamos a tiempo para las campanadas del Big Ben




El Belfast, el último buque de  guerra
de la ROYAL NAVY, de la II guerra mundial
 que sobrevive en el Támesis



Ya en el London Eye, El trámite de subir fue increíblemente agotador, complicado, frustrante, y porque no decirlo caro





La Iglesia de Sant Margaret en Parliament Square.
Susana ya literalmente no se tenía en pie,
 pero quería verlo todo y estar en todas partes




Este es el fascinante lavabo de la pizzeria en la que comimos
la última noche frente al hotel



Harrods. Susana fascinada es poco. Yo, realmente me mareé al ver sus precios

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