jueves, 7 de noviembre de 2019

Viena agosto 16

En julio 16, después de viajes y salidas diversas, en un momento dado, a Susana se le plantea donde celebrar su 60 cumpleaños.

Siiii. Ya llegamos
No recuerdo el motivo exacto pero a mi se me ocurre la posibilidad de viajar a Viena, para visitar la casa museo de su admirado Sigmund Freud

Susana ni siquiera sabía que esa casa museo existía, por lo que se le pusieron los ojos como platos ante esa posibilidad.
11/8/16 Llegada a Viena. Esperando el tren CAT al
centro de la ciudad... Pero realmente estamos en Viena?

Ya en el CAT rumbo al centro de la ciudad
Una vez más, como no podía ser de otro modo, ese aniversario fue otra lamentable oportunidad de los hijos para no sólo demostrarse mutuamente su desprecio, sino lo que para mi fue más desagradable, usarme cínicamente a mí,  en esta clase de enfrentamiento , algo que oculté a Susana y que cuento con detalle en otro post

Esperando el CAT

Siiii, estamos en Viena

Aquí Susana ya empezó a dar algunas muestras de cansancio. De hecho el tratamiento con Bevacizumab  que la mantenía en pie llevaba ya diez meses cuando en principio debía durar unos 8-9. Uno de los problemas que empezaba a mostrar el tratamiento es que las venas cada vez eran más difíciles de resistir los sucesivos pinchazos y los previos para extracción de análisis de sangre.

Metro de Shottering. Muchas cosas ricas,
pero nadie  hablando inglés para descifrar
 lo que teníamos delante,
Confieso que yo llegué a tratar de preguntar
si tenían (en Viena) pan de Viena, pero creo que no
pillaron la broma.
En el siguiente viaje si logré encontrar
el pan que
 aquí llamamos de Viena y allí tiene, quizá
lógicamente otro nombre
Preparé concienzudamente el viaje, tanto que recuerdo´que concreté las fechas erróneamente y planeé llegar el 11 de agosto y salir el 13. No sé porqué pero me di cuenta que pagué el viaje de regreso para el 13 a las 7, creyendo que eran las 7 pm pero eran las 7 am, lo que en realidad reducía el viaje drásticamente. Opté por alargarlo hasta regresar el 15  en la madrugada, lo que permitiría hacer una excursión mas para el 13 (otro gasto) y el 14. El problema fue que los billetes, que no eran baratos no fue posible reembolsarlos o cambiarlos de fecha por lo que tuve que comprarlos de nuevo, con un coste espectacular que Susana nunca llegó a saber

Quise que todo fuera especial. No cometi el mismo error de confiar en una compañía low cost como el caso de Roma sino que fuimos con Austrian Airlines

Todo fue perfecto, pese a su sobrecoste, que Susana nunca supo.

El hotel que busqué era el Boltzmann, en la calle que lleva el nombre del inventor del principio de la termodinámica. El hotel tenía un aspecto estupendo sobre el papel, pero una vez dentro recordaba a una casa de mala nota para decirlo suavemente. Desastrado y lamentable, Susana lo consideró inaceptable y anuló la reserva inmediatamente.

Calle abajo del hotel, en Wahringer Strasse encontramos uno mucho más correcto, el Atlanta. No era nada espectacular, pero si correcto,un edificio que parecía de la época imperial, convenientemente reformado. Allí encontramos la última habitación que tenían libre, creo recordar era la 216.
Su último atardecer con 59 años. Frente al Shonbrunn imperial


La noche previa a su cumpleaños, la obsequié con un concierto de
 valses en la Orangerie, del Palacio Imperial de Schonbrunn.
Hermosa la puesta de sol ante el Palacio
Desde aquí viajamos en metro hasta el palacio imperial de Viena, el Shonbrunn, donde llegamos justo a la puesta de sol. Es un lugar hermosísimo, en el que parece literalmente que el tiempo se ha detenido desde  el final del Imperio en el otoño de 1918. Casi da la impresión que de cualquier rincón ibamos a encontrar a la útima emperatriz, la Kaiserine Sissí montando a caballo, o al último Kaiser Franz Joseph atribulado por no poder evitar que su mundo y su imperio se desmoronase a sus pies.


Es un recuerdo inolvidable la tarde pasada en el parque frente a Shonnbrun contemplando la puesta de sol con una persona tan especial.

Justo a la izquierda de la foto se encuentra la Orangerie de Palacio, el invernadero, unas estancias en las que se encuentra la Sala de Conciertos en las que asistimos a un concierto de valses a cargo de la Johann Strauss Orchestra (una de las muchas que llevan este nombre, pero al ser la que ofrece su música en un lugar tan especial, es quizá una de las que usa el nombre de manera más legítima)

Aquí compré el paraguas que uso aún hoy, que para mi es una pequeña joya, al ser un recuerdo de aquel día, y en cuyo estampado se encuentran las principales imágenes más icónicas de la ciudad de Viena. Asimismo varias cajitas de música, que conservé y aún tengo como un pequeño tesoro, que interpretan algunas de las melodías más icónicas de compositores de la musica vienesa, como Mozart o Strauss
Cuando quieran ya pueden empezar...



El concierto fue muy hermoso. Como era de esperar, Susana pidió (por no decir exigió) que le permitiesen entrar antes que nadie para poder escoger sitio, amparándose en su tarjeta de discapacidad. Durante unos minutos tuvimos la sala de conciertos para nosotros sólos

La Orangerie es sólo un pálido reflejo de la belleza del palacio imperial, conocido como el Versalles vienés




Tengo que reconocer que me emocionó  y aún me emociona recordar aquella noche mágica.
Sonaron todos los valses que debían sonar en un concierto de valses, y como no podía ser de otro modo, cuando finalizó, la orquesta regresó a sus posiciones para interpretar las dos piezas finales, el Danubio Azul y la Marcha Radetzky

Cuando sonaron los primeros compases del Danubio Azul, recuerdo que me caían gruesos lagrimones por la emoción. Le cogí la mano pero no logré articular palabra . Era hermoso, demasiado hermoso


Pero si la noche había sido hermosa, para Susana el día de su 60 cumpleaños debía ser muy especial.

Repasando la lista de lo que tocaba hacer hoy
En el hotel, donde desayunamos de manera excelente y recuerdo que me maravilló su habilidad para romper de un sólo golpe los huevos , preparamos todas las actividades del día

Primero había que ir a la cercana Berggasse 19, el domicilio y  consultorio de su admirado Sigmund Freud . Decir que estaba ilusionada era demasiado suave. Prácticamente estaba en éxtasis, por poder ver y tocar el espacio de su maestro intelectual. Recuerdo que prácticamente fue corriendo calle abajo para llegar lo antes posible, Se encontraba mejor que nunca. El cáncer no existía

Andaba rápido y con un estado de nervios creciente. Incluso quiso traer el peluche de Freud que había comprado muchos años atrás en Venezuela



Cuando giramos Wahringer para tomar Berggasse, yo casi no daba abasto para admirar la belleza de las casas señoriales que ibamos cruzando

Cuando llegamos a Berggasse 19, subió rápidamente. Es fascinante como está conservado el edificio. En muy buen estado pero a la vez manteniendo la esencia de como debía estar la casa cuando Freud la abandonó precipitadamente para marcharse a Londres exiliado



Llegamos a la portería, y allí, el buzón con el nombre del profesor Freud. Observen como estaba de fascinada, ilusionada y feliz.

Llegamos a la puerta del consultorio y domicilio y en la foto inferior la puerta del consultorio desde la entrada de su domicilio 


En la entrada de su domicilio se encuentran algunos objetos personales, como el bastón, el baúl de viaje, una cantimplora, su sombrero y una bolsa. Parecía realmente como si Freud acabase de irse hacía sólo unos minutos. Toda su esencia estaba allí.

De hecho he querido en casa repetir la misma escena, y dejar en el recibidor algunos objetos personales suyos, como el bastón, paraguas, y este turbante rojo que llevó aquí y que era uno de sus favoritos

Quiso firmar en el libro de visitas donde redactó casi una página entera




Cuando estaba ya en la sala de espera del consultorio y entró dentro del mismo, con la mesa de trabajo y los reales objetos personales de Freud. traídos expresamente desde Londres por su hija Anna en 1971, empezó a encontrarse mal, hiperventilando y casi  sin tenerse en pie por la emoción.  Tuvimos que pedir salir un rato de la casa para poder respirar. 
Cerca, justo enfrente encontramos un anticuario, donde Susana por su afición a ver escaparates en todas partes, encontró unas magníficas copas azules de cava por un precio asombrosamente bajo, de 0,80 euros la unidad. Nos quedamos media docena y volvimos dentro.  
Junto al museo Freud, una cafetería, el café Freud, ambientado, digamos que con más  o menos buen gusto con toda clase de detalles sobre el profesor, Jung, el psicoanálisis, y todo lo necesario para que Susana pudiera soplar las velas de su sencillo pastel de 60 cumpleaños. Lo hizo en una mesa que llevaba el cartel "Reservado para el profesor Freud"


Detalles sobre Freud hasta el techo



Al día siguiente una doble excursión.
Temí seriamente que fuese demasiado esfuerzo para ella, porque ya empezaba a dar síntomas de cansancio, pero los disimuló para no perderse nada.

En el autobús
En primer lugar visitamos la zona de los alrededores de la ciudad conocida como los Bosques de Viena, el WienerWald. 
Esta zona al sur de la ciudad enamoró al padre del Kaiser desde muy joven y prohibió categóricamente su urbanización para preservar su belleza y tranquilidad. Aquí por ejemplo estuvimos en la mítica población de Baden,  Aquí Strauss superó una crisis de composición musical y escribió uno de sus más famosos valses, los Cuentos de los Bosques de Viena 

Desde aquí visitamos el pabellón de Mayerling

Aquí fue encontrado el cuerpo del Kronprinz, heredero de la corona, Rudolf, junto con su amante, la baronesa húngara María Vetsera, el 31 de enero de 1889
Oficialmente la muerte de él fue por suicidio después de matar a su amante, pero hay numerosos puntos oscuros en la historia, que plantean la sospecha que en realidad ambos pudieron ser asesinados, sin descartar la hipótesis del suicidio del príncipe, desbordado por las responsabilidades del cargo que estaba destinado a ocupar y amargado por su matrimonio con la princesa Estefanía de Bélgica
Es un lugar de historia realmente trágico. El padre del Kronprinz, Franz Joseph nunca pudo superar la tragedia. Su ánimo se volvió sombrío y se alejó progresivamente de su esposa, la Kaiserine Sissí, para la cual la tragedia le marcó para siempre. Nunca abandonó su ropa de luto hasta el final de sus días

Pero a Susana lo que le fascinó fue la lavanda, una de sus plantas predilectas, en la entrada de Mayerling
El ataúd de Maria Vetsera en Mayerling. La amante del principe Rudolf fue enterrada aquí apresuradamente, pero en abril de 1945, un proyectil ruso abrió el ataud cuyos restos fueron saqueados. En 1959 se realizó un nuevo ataúd, que fue atacado en 1991 por un desequilibrado de Linz. En 1993 nuevo ataúd y los restos fueron llevados a la cercana abadía de Heiligenkreutz para ser lugar de su última morada...
Mayerling es uno de los lugares más tristes  pero también con más historia de Viena. 

Es realmente triste la historia del Kronprinz, casado por fuerza con una princesa belga, Estefanía a la que odiaba profundamente (el odio era mutuo) y que encontraba fugazmente el amor con la baronesa húngara Maria Vetsera. Nunca se sabrá el detalle de lo que ocurrió en la noche del 31 de enero de 1889 cuando ambos resultaron muertos no se sabe si por suicidio o asesinato. Lo cierto es que hundió anímicamente a sus padres, como a la Kaiserine Sissi, que como muestra este bellísimo grabado que se encuentra en Mayerling que muestra la envergadura de la tristeza infinita que le embargó desde la tragedia. Nunca más se quitó la ropa de luto, y vistió de negro hasta que nueve años después un anarquista italiano la asesinó cuando contemplaba melancólica el geyser de Ginebra






Desde aquí visitamos el monasterio de Heiligenkreutz. Es el más antiguo del mundo, fundado en 1133 por la familia de Leopoldo III Babenberg, la más antigua de Austria, previa incluso a los Habsburgo, y cuyos colores heráldicos  blanco rojo y blanco fueron tomados como propios por los Habsburgo y se convirtieron en el emblema de Austria.

La dinastía Babenberg desapareció sin descendencia en 1246, cuando el último monarca de la familia falleció y fue enterrado en su cripta, donde descansa en solitario reposo desde entonces, un lugar casi estremecedor por su soledad.
Vitrales de Heiligenkreutz. Su fecha es de hacia 1150.
Son extrañamente monocolores
 y por tanto proceden de los últimos tiempos del románico.
 Una transición al gótico que es casi imposible encontrar
 en otra iglesia europea, siendo casi milagroso
 encontrarla en el corazón de una
 Europa devastada por innumerables
 guerras desde entonces


El coro de la abadía de Heiligenkreutz

Saliendo de Heiligenkreutz,sin duda el corazón de Europa



Y desde aquí fuimos hasta las grutas de Hinterbrul, unas impresionantes grutas que actualmente no se pueden visitar, y que también están cargadas de historia.


 

Tras la entrada hay que bajar por un larguísimo pasillo, que es un verdadero descenso a los infiernos.,, en muchos sentidos
Capilla de Santa Marta en lo más profundo de la cueva
Fue usada durante el período de la II guerra mundial para construir aviones por trabajadores forzosos de los campos de concentración. Todos los años, en el día de Santa Marta, el obispo de Viena realiza un oficio religioso en recuerdo de aquellos desdichados, y la galería es iluminada por un millar de velas en su memoria. Aquí por ejemplo se ensamblaban los fuselajes de los aviones a reacción Heinkel 162 y de las V2, las bombas cohete.

Desde la galería hay que bajar 85 escalones, unos
cinco pisos hasta llegar al lago subterráneo
Aquí se toma un frágil barquito y prácticsmente a oscuras se
 da la vuelta al lago subterráneo





Por la noche, la última excursión, Viena nocturna con una cena final en Grinzing

Aquí Susana ya mostraba signos de cansancio pero no quiso perderse ese último paseo, supongo porque no quería que yo me quedase sin visitar el parque de atracciones de Viena, el Prater  y subir a su noria.
Llegamos a la puesta de sol y fue muy hermoso encontrar la noria del parque. Esta foto la usé como foto de perfil durante meses porque el recuerdo era muy hermoso. Mi madre la tuvo en su mesita de noche en sus últimos meses de vida

Una imagen icónica de aquel viaje inolvidable



Lo que no contábamos era la larguísima cola que encontramos. Aqui Susana que ya se encontraba cansada pidió la dejasen pasar delante de todos amparándose en su tarjeta de discapacidad pero se negaron rotundamente. Cada vez más acalorada se negó a subir y a hacer la cola, pero yo si quise subir.

En la base de la noria se encuentra una excelente colección de maquetas sobre Viena y el Praterque yo encontré fascinante, pero Susana acalorada estaba cada vez más molesta por tener que hacer la cola


Hermosa Viena y un hermoso final para este dia

Las maquetas de la base de la noria



¿De verdad sentirías compasión por alguno de esos puntitos si dejara de moverse para siempre? Si te ofreciera veinte mil dólares por cada puntito que se parara, ¿realmente me dirías que me guardase mi dinero, muchacho, o empezarías a calcular cuántos puntitos podrías permitirte dejar con vida? Libres de impuestos, amigo. Libres de impuestos. Hoy en día es la única manera de ahorrar."
Harry Lime desde lo alto de la noria del Prater en "El Tercer Hombre

Y finalmente cena típica vienesa en una taberna en Grinzing












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