El 14 de julio 16 viajamos a Andorra por vez primera. Allí cogimos el bus turistic y una de las excursiones que realizamos fue a Sant Joan de Caselles, en Canillo, Andorra.
Susana se quedó absolutamente prendada de esa iglesia, de más de mil años de antiguedad, y a la salida me dijo que sería un lugar muy hermoso para casarse o cualquier tipo de ceremonia.
Tomé nota.
En septiembre 16, nuevo resultado de la resonancia. Aparentemente el tratamiento con Bevacizumab ya ha dejado de ser efectivo. Se aprecia un leve pero real aumento del tumor, medible a duras penas, pero es real. Susana queda desfondada de nuevo. Me pide que me traslade definitivamente a su casa en Petritxol porque ya no quiere volver a estar sola. Llega incluso a decidir el reparto de sus escasas propiedades entre sus familiares -los mismos que se han desentendido de ella, dicho sea de paso-.
Aquí se me ocurre una idea. Le escribo al Mossén de Canillo, Mossén Ramón y le pongo en antecedentes de la situación. Susana aparentemente está cerca de su final, y eso a ella y a mí nos causa una profunda tristeza . Le sugiero si en Sant Joan de Caselles podríamos realizar algún tipo de ceremonia, que nos bendijera ante Dios. La verdad es que yo intuía que lo que estaba pidiendo era poco menos que una bendición previa a su final , lo que no acerté a expresarlo literalmente porque no acerté a hacerme la idea de que eso fuese así.
En Andorra no es posible casarse legalmente entre extranjeros,ya que la ceremonia aunque se realizase en una iglesia no tendría valor legal alguno. El mossen quedó convencido de que lo que yo estaba pidiendo era la celebración de una especie de boda, que certificase ante Dios nuestra unión. Me quedé un tanto perplejo ante esa interpretación, pero entendí que si eso le hacía feliz a Susana esto era lo único importante
Antes de que yo pudiera prácticamente decir nada, Susana lo comunica a su hijo y con él lo hace saber a todos sus contactos en Internet, una verdadera muchedumbre. Aquí yo empiezo a sudar , ya que lo que yo mismo había pensado como una ceremonia íntima y privada con Susana para constatar nuestra unión, se convirtió en algo más complejo, Empiezo a calcular, que si vienen a la boda sólo un diez por ciento de los invitados, la broma a mi me podría costar con toda seguridad más de cinco mil euros.





Personalmente además no podía evitar tener muy presente que la oncóloga en visita realizada unos días antes había confirmado que el tumor estaba avanzando aunque lentamente por lo que un pronóstico previsible de unos pocos meses más de vida era desgraciadamente factible, algo que a su hijo y nuera aparentemente les resultaba notoriamente indiferente
De hecho, entre agosto y septiembre 16 pregunté a varios médicos del Clínic por un posible pronóstico, y aunque me dieron fechas distintas, todos ellos auguraban que Susana podría tener muy graves problemas de supervivencia entre noviembre 16 y febrero 17 máximo. Eso, yo lo tenía en todo momento dolorosamente presente y me mantenía en un estado de ánimo un tanto lúgubre, ya que era evidente que dificilmente habría en aquella boda aniversarios de ninguna clase
Aún hoy me estremece no haber hecho las cosas de otra manera ese día, por un lado prohibiendo a los indeseables gorrones su participación y por otro lado no haber dejado que esta ceremonia fuese un acto privado e íntimo y que se hubiera permitido organizarla a mi, y así haberla sentido como propia.
Debo decir clara y explícitamente que desde un punto de vista emocional esa boda no me supuso poco más que un coste económico estratosférico desde el momento en el que se me impuso como padrinos de la misma a dos delincuentes comunes, Juan Pablo Durán, a quien entonces podía calificar explícitamente como proxeneta y ladrón y ahora puedo definir sin faltar la verdad como estafador y parricida, y su esposa, una vulgar ladrona -me robó las joyas de mi madre- , grosera , maleducada que odiaba profundamente a Susana. La presencia de ambos granujas en mi boda la convirtió explícitamente en `poco menos que una farsa.
Pero si ella fue feliz ese día, lo demás no importaba.
O lo diré de otra manera. Que felices habríamos podido ser sin su familia
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