jueves, 21 de noviembre de 2019

Blanes 9 julio 17

El 8 de julio 17 Susana decide hacer otra de las escapadas improvisadas, esta vez a Blanes.

Al día siguiente de una sesión de tratamiento




La razón tuvo que ver con una noticia que había aparecido unos días antes por la cual una turba había incendiado un restaurante del Paseo Marítimo por no querer poner lazos amarillos independentistas y decidimos ir a comer ese domingo a Blanes.



Para situar esa salida en su contexto, recordar que Susana había regresado de Colombia el 8 de junio anterior, siendo su cuarto viaje en poco más de un año, lo que suponía un desplazamiento en total de unos 70.000 kilómetros, un rotundo y demoledor disparate para su salud. No sé si uno o dos de esos viajes los pagó Susana, yo pagué un tercero, lo que supuso una espectacular sangría en su economía y en la mía. (Su familia indiferente). El último viaje fue especialmente dramático. Otro brutal enfrentamiento con su hija, que no sólo le negó el saludo en Bogotá sino que en un primer momento intentó prohibirle que viese a sus nietos, una grave discusión con su hermana que la acusó de haber "matado a mi mamá" y que, como me contó Susana la abandonó en medio de la calle, cuando la discusión acabó a gritos acusando a Susana "de haber matado a mi mamá ",y un hijo, tan en la práctica indiferente a su  madre que se la dejó en -por lo menos- en una ocasión a pleno sol estando cerca de sufrir una insolacion. Susana regresó triste, visiblemente tocada emocionalmente y con la preocupación de que ya prácticamente el dinero de la venta del apartamento se había agotado; como me dijo explícitamente, "mis hijos me han sacado todo el dinero que han podido". La discusión con su hermana llegó a tal gravedad que incluso Susana contactó con un abogado para demandarla y arrancarle que esa ridícula acusación de que había "matado a mi mamá" (que era también la de Susana) no llegase a sus nietos, como al parecer le insinuó la hermana que haría, una demanda ridícula y disparatada, que en realidad fue animada entre bambalinas por su hija,  Maria Carolina, que en ese momento tenía a su tía Clara Inés como objeto preferente de su odio enfermizo

Susana necesitaba desconectar más que nunca de toda esa realidad tan profundamente tóxica.



Después de comer llegamos a visitar el Jardín Botánico, una salida especialmente hermosa. Pero viendo las fotos, no pude evitar sentir inquietud. Susana seguía apareciendo hinchada , casi enferma, y yo no entendía si era por esos viajes absurdos con los que su familia la torturaba, por la enfermedad o por algún efecto secundario del tratamiento.


Hablamos de todo, como siempre, y unmotivo de nostalgia, fue comentar que aquel paisaje casi selvático le recordaba escenarios de su niñez, donde había sido feliz, y donde aún no habían empezado los malos tratos, como  su nativa Neiva o Santa Marta. Este día se sentía feliz, como en casa, en "mi selva"








Al regresar, un momento de tristeza: ¿Habría otra oportunidad de regresar?


Estas son sus imágenes



Bajo las amapolas, la más hermosa de las flores









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