martes, 3 de diciembre de 2019

Octubre 17-Febrero 18 Muerte de mi madre


Este fue con diferencia el periodo más difícil de mi vida.

A la situación crecientemente inquietante de la salud de Susana, percibido incluso por mi madre, que a diario me preguntaba por ella, y me insistía que estuviera a su lado por lo que pudiese pasar con su resonancia del 1 de noviembre, le añado la salud de mi  madre .Cada vez más débil, se negaba a comer e incluso escondía la comida que yo le traía preparada sin que yo aparentemente pudiera hacer nada al respecto

Lo que yo no sabía es que en ese momento, ella tenía una infección de orina avanzada, de la que no me había querido decir nada. Lo comentó con una amiga suya -yo me enteré después de su  muerte- y le dijo que no quería preocuparme por que ya parecía bastante cansado y ya estaba muy angustiado por la situación de Susana. Lógicamente si a mí no se me decía lo que ocurría, no podía hacer nada al respecto, excepto seguir inquietándome por una delgadez y debilidad extremas.

Dos meses antes planteé la posibilidad de contratar cuidadoras permanentes, pese a su oposición frontal pero el problema económico que suponía apagar ese incendio y los sucesivos incendios económicos que se generaban alrededor de Susana en los dos meses anteriores  retrasó ese proceso hasta noviembre, todo ello, sabido por los hijos de Susana que se tomaban esa situación con una completa indiferencia, lo cual me empujaba a concluir que parte de todo ese enorme problema lo tenía el desdén con el que ambos hijos trataban a su  madre, ahora que ya no podían sacarle más dinero

Además,sufría, como supe después de un problema hepático serio; una hepatitis probablemente, cuyo conocimiento también me resultó una inquietante novedad, y un problema intestinal importante que, parece ser ella tomaba por cáncer de estómago y era en realidad una diverticulitis. A todo ello había que sumar un problema cardíaco real, la tristeza por estar literalmente perdiendo la vista, lo que le impedía distraerse ni con el periódico ni con crucigramas que le llevaba, y por supuesto el oído izquierdo en el que prácticamente había perdido la audición después de semanas durmiendo todas las noches con el auricular de la radio puesto.

El 31 de octubre me llamó y me preguntó por el estado de ánimo de Susana ante la inminente resonancia. De algún modo ella intuía que su resultado no sería bueno, como así fue, y me recalcó que "no te preocupes ahora por mí, preocupate sobre todo de Susana que no tiene a nadie a su lado". Ella era consciente de las consecuencias de una enfermedad cerebral como aquella, ya que una prima de mi papá, la sufrió en los años 70 y tuvo una muerte bastante horrible,

El 1 de noviembre, cuando estábamos saliendo de la resonancia, me llamó mi madre diciéndome que esa mañana se había caído y habían tenido que llamar a los bomberos para recogerla.

Fui corriendo a la casa, los bomberos ya se habían ido y estaba a punto de llegar una ambulancia del ambulatorio.

Me insistió que estaba bien, que no había pasado nada, y que no me preocupase. Recuerdo que tuve una seria crisis nerviosa por la acumulación de tensiones de esos dos últimos meses y que yo percibía que me habían superado completamente.

En el ambulatorio no encontraron ningún problema relevante que explicase esa caída, excepto un problema de artritis -o artrosis, no recuerdo- en el pie derecho que hacía imposible que se sostuviera en pie.

Ello generaba un problema notable,, y la perspectiva de tener que multiplicarme aún más
Además seguía sin querer comer.

La revisión recuerdo que acabó a las cinco de la tarde pero hasta pasadas las ocho y media no apareció ninguna ambulancia para llevarla a casa. En ese momento recuerdo que tuve otra seria crisis nerviosa y de llanto como nunca me había ocurrido ante todo lo que estaba pasando en esas últimas semanas

Cuando llegó la ambulancia, para más inri, no traían ningún medio, ninguna silla para subirla por las escaleras, lo que fue otro problema. Sobre la marcha pedí que la llevasen al hotel Acevi, donde reservé una habitación hasta ver que podíamos hacer.

Estuvimos muy bien allí, con mucha suerte de tener habitación, pero mi madre seguía desganada y sobre todo con una estabilidad cero. Al tener además que levantarse cada tres horas para orinar, eso me obligaba a mí a estar con un ojo abierto permanentemente para acompañarla, mientras ella, para no molestarme hacía lo posible para no hacer ruido.

Ante ello, ella misma me sugirió pedir una plaza en la residencia en la que había estado atendida su hermana. Llamé, pero me comunicaron que bajo ninguna circunstancia, mi requerimiento de que, asugerencia suya, pudiese estar los días necesarios para que recuperase la movilidad era aceptable. O una plaza permanente o nada.

Ante ello consulté con la residencia Sanitas, de Consell de Cent, que me comunicaron que tenían una plaza pero a mediados de noviembre. Me ofrecieron una plaza en su residencia de Sagrada Familia.

Mi madre entendió a duras penas que yo no podía materialmente estar por ella 24 horas diarias, literalmente es decir, sin dormir para cuidarla y acabó aceptándolo. Todo ello afortunadamente con el apoyo de Susana que pasó conmigo esos días tan increíblemente complicados.

El 2 de noviembre, dejamos el hotel. Yo le prometí que haría su pesebre, y que cuando ella estuviese con mayor estabilidad, presumiblemente a finales de mes regresaría a casa.

En la residencia estuvo impecablemente bien atendida, en una habitación para ella sola, y progresivamente fue recuperando la movilidad.

Yo creí que la segunda quincena todo seguiría yendo por ese ritmo en la residencia Sanitas de Consell de Cent. Craso error

Esa residencia está montada como un hotel en el  que los huéspedes han de ir al comedor en la planta baja, en el caso de mi madre desde la 5ª. En esos días apareció un problema sumamente extraño consu receta electrónica, al ser sustituido el medicamento para la taquicardia, Trangorex, por otro distinto Emconcor pero sin sustituir uno al otro, sino adicionándolos. Por este motivo, mi madre empezó a tener un grave problema de bradicardia,  pulsaciones muy lentas. Lo planteé a la médica de la residencia que se negó rotundamente a hacer nada al respecto. Según ella, si la receta decía eso debía cumplirse a rajatabla aunque eso le causase un problema de salud serio

Otro gravísimo problema de salud lo generó la Digoxina,. Este medicamento es para la arritmia y a mi madre, en un análisis de sangre dio como resultado que tenía ya un exceso de ese medicamento en el cuerpo por lo que yo no se lo daba. La residencia no sólo se lo dio sino que sin ninguna justificación le dobló la dosis del mismo. En lugar de medio comprimido diario, al ser una pastilla muy pequeña y difícil de partir se la daban entera. Una deliberada y muy chapucera acción que estuvo a punto de costarle la vida

Una semana después de ingresar me avisaron de la misma diciéndome que estaba muy grave, con , como me dijo el Clinic, un problema de bradicardia grave y además una intoxicación digitálica que podría incluso ser delictiva.

La conducta de la residencia fue peor que infame. Ante el requerimiento del Clinic, llegaron a afirmar que yo me había negado a entregar la receta electrónica, por lo que ellos le habían dado la medicación que habían creído oportuno. Defendieron que había ingresado después de numerosas caídas en casa, algo radicalmente falso destinado a ocultar la intoxicación digitálica que ellos habían provocado en su medicación,

Yo ahí me desmoroné aun más. Durante varias semanas estuvo en la UCI del Clinic, recuperándose de ambos disparates, y muy posiblemente delitos que había causado Sanitas. Todas las mañanas a las 7 de la mañana llegaba al Clinic y me quedaba con ella hasta las 12, y por la tarde otras personas la visitaban. Varios días me acompañó Susana

A principios de diciembre pasó a planta, en la escalera 2, Unidad de Geriátricos Agudos, cama 142. Curiosamente esa planta fue reconvertida en Neumología donde yo fui ingresado en febrero 20 en la cama 42

Su estabilidad durante todos esos días fue desesperantemente a peor, quedando literalmente en la cama inválida, A mi me causaba una tristeza infinita y un desconcierto por no entender como se había desmoronado todo en tan poco tiempo.

El 7 de diciembre, el mismo día que  el hospital me pidió dinero para enviar una delegación de médicos y pacientes a Waterloo a jalear a Puigdemont, me exigieron que me la llevase a cualquier sitio, que ahí no se podía quedar

La asistente social se mantuvo indiferente; de hecho estaba de vacaciones de puente de la Inmaculada durante una semana, y sus sustituta se limitó a sugerirme que la devolviese a la residencia Sanitas en la que había sidoobjetivamente maltratada. Lógicamente me negué en redondo.

Busqué un centro sociosanitario donde ingresarla, y encontré uno con plaza, pero me advirtieron que ese trámite debía hacerlo la asistente social. Esta se negó a hacerlo, y cuando finalmente logré que llamase dijo que (por razones misteriosas) esa plaza que yo había encontrado no existía. Al parecer al pasar por encima de ella perdí todo derecho a esa plaza

Tras muchos y tensionantes desplazamientos por la ciudad, y con la pasividad absoluta, tanto de la asistente social del Clinic, como de la del Ayuntamiento, que se limitó a darme una lista de residencias dos años anticuada, encontramos la residencia hoy llamada Domus Vi.

Cuando nos fuimos del Clínic, recuerdo que en el informe apareció una frase lugúbre que finalizaba toda la información médica: Se recomienda LET

Preguntamos al doctor del Clinic que significaba y aseguró que nada que tuviera que preocuparnos en absoluto.



Su felicitación de navidad 18
Una vez en la otra residencia, en la cual uno de los factores por los que me decidí es que su directora, Teresa, muy amable , me comentó que tenía a su madre ingresada en ella, la médico me explicó abiertamente que LET significaba Limitar esfuerzo terapéutico, es decir, darle la medicación, como decía el informe médico, pero sólo por un mes. Después era de esperar que muriese. Una  eutanasia encubierta a manos del Clínic

16 enero última salida
Su etapa allí fue excelente. El trato inmejorable. En navidad, Susana, consciente que posiblemente sería elúltimo año, quiso que comiésemos los dos solos cerca de la residencia.  Poco después de ingresar alquilé una silla de ruedas y con ella muchas mañanas íbamos a dar un paseo por el barrio, que más de una vez me dejaba agotado



Frente al hospital donde murió tres semanas después


18 enero. Ingresa en Sant Pau










22 enero
Cuando coincidió con el mes fatídico, yo le planteé esta situación a doctora que me aseguró (en falso) que estarían vigilantes. No lo hicieron. Tuve que comprar yo un tensiómetro y ir todas las tardes a tomarle las constantes.


El 19 de enero me comentó algo que sucedía todos los años por esas fechas. Tenía sueños recurrentes con mi papá que lá venía a buscar. Cada año el sueño era más intenso y cada año le sucedía una leve descompensación cardíaca. Ese año me dijo que no había tenido ese sueño sino que se le había aparecido literalmente y se le había sentado en l acama. Ahí entendí que todo se había terminado

30 enero 18. Ya no puede comer sola
. Yo le tengo que dar la comida pero
 me pide que lo haga sin que nadie la vea en ese estado
Dos días después al negarle la medicación de la taquicardia como indicaba el informe eutanásico del Clinic empezó a sufrir una grave crisis cardíaca. La residencia se demoró días en avisar al hospital y cuando lo hizo la llevaron a Sant Pau. Yo llegué a comprar la medicación que le negaban y estuve dos días dudando si dársela o no. No lo hice y el dr de Sant Pau me informó que posiblemente si lo hubiese hecho el corazón habría fallado. Lo que si hice fue en la residencia pedir que esa infección de orina que por fin yo me enteré que tenía se lo tratasen con un antibiótico. Al parecer ese antibiótico fue el responsable de acabar de desmoronar su función renal, ya muy frágil
31 enero 18. Se despide. Susana quiso tomar estas fotos para que
 no olvidase ese momento

Durante doce días, en Sant Pau fue apagándose progresivamente. La dra, me reconoció que su estado era irreversible y que ya lo único que se podía hacer era sedarla cosa que me desmoronó completamente. Susana me acompañaba casi todos los días, e incluso uno de los días pasó la noche en una silla a mi lado y del de su cama, con mi preocupación por ella ya que eso no era nada apropiado en su estado

Finalmente, el 12 de febrero falleció, estando yo presente,sin sufrir.

8 febrero 18. Me despido.
 Nunca me había sentido tan triste
Llamé a Susana a la que había enviado a casa porque estaba visiblemene desmejorada. Saltó de la cama, y en pijama y en gabardina se presentó en el hospital. Su presencia me conmovió profundamente y lloré de tristeza y de agradecimiento por ella. Me emociona aún ahora recordarla


Ese pijama y esa gabardina aún los conservo...

Mi amorito!

Fue el momento más difícil hasta ese día de mi vida.


Susana Me acompañó practicamente todos los días , pese a que la enfermedad lo desaconsejaba y en su estado de ánimo había una profunda tristeza por la grave enfermedad del marido de su tía materna, Rafael Ponce, que por lo que me contó había sido con su esposa Elsa, hermana de su madre un apoyo decisivo para la familia tras la muerte del papá de Susana, y yo estoy convencido que no sólo un apoyo emocional invaluable sino también económico para la famili, y porqué no recordarlo, por una gravísima bronca que tuvo con su hija en Madrid, cuyo viaje tuve que pagar yo, y que acabó con Susana completamente devastada emocionalmente por el trato recibido











Se habría producido toda esa sucesión de hechos que causaron la muerte de mi madre si los hijos de Susana hubiesen accedido a asumir hacia la suya alguna responsabilidad durante aquel año 2017? 

Creo que no. Ellos no causaron esa muerte, pero su desidia hacia Susana ayudó a ella y no poco al desbordarme lo suficiente para no poder solucionar a tiempo todos estos problemas de salud que ella tuvo.



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